Josefina de la Torre: el legado de una mujer indomable
29 / 07 / 2024
Cine y medios audiovisuales Lengua y Literatura Teatro

Una de las bibliotecas de la red municipal de Las Palmas de Gran Canaria lleva el nombre de la poetisa, escritora, cantante y actriz que deslumbró en la Generación del 27

Las Palmas de Gran Canaria, lunes 29 de julio de 2024.- Las Palmas de Gran Canaria tiene muy presente en la actualidad un merecido reconocimiento a toda una pionera de la cultura y las artes escénicas en las Islas.  Uno de los centros de la Red Municipal de Bibliotecas (lpabibliotecas.com) toma el nombre de quien, con la perspectiva que concede la historia, podría catalogarse sin demasiados problemas como una mujer valiente, plena de talento e inquietudes culturales y a la que las circunstancias de su época no supieron opacar. Josefina de la Torre (Las Palmas de Gran Canaria, 1907 - Madrid, 2002) es, sin duda, uno de los nombres que explican la inmersión en las vanguardias que protagonizó la joven literatura española de comienzos del XX: una encarnación de la búsqueda de la modernidad, fiel representante de una hornada de talentos deseosos de trascender las viejas formas anquilosadas para dar paso a nuevas maneras de creación intelectual.

En la actualidad, la biblioteca municipal ubicada en la plaza Agatha Christie (otra mujer de armas tomar) presta un necesario servicio cultural a los residentes en el entorno de uno de los tramos más populares de la playa de Las Canteras. De paso en el camino que enfilan los surferos hacia La Cícer, estas remozadas dependencias conservan el legado de una mujer que también simboliza el respirar de las inquietudes isleñas en un siglo que acabaría siendo abrupto en lo social y en lo político en toda la geografía nacional. Pero, ¿quién era De la Torre para que hoy la recordemos así?

 

Josefina de la Torre Millares nació en el año 1907 dentro de una familia definida por las vocaciones artísticas. Hija del empresario Bernardo de la Torre Cominges y de la apasionada por las artes Francisca Millares Cubas. Josefina era nieta del músico, escritor e historiador Agustín Millares Torres. Sobrina del barítono Néstor de la Torre (Nestore Della Torre en la escena operística). Hermana del escritor y dramaturgo Claudio de la Torre. La familia estaba acostumbrada a tomarse confianzas con foros como la Real Academia de Historia, escenarios como la Scala de Milán o reconocimientos como el Premio Nacional de Literatura. Una familia bien, en el buen sentido, en la que la joven pudo encontrar desde pequeña el ánimo y el estímulo para desarrollar sus propios intereses culturales.

Estos siempre estuvieron ligados al verso, al teatro y a la música. Josefina fue escritora precoz, sabía tocar el piano, el violín y la guitarra y amaba cantar. Pero más, actuar. En los bajos de su vivienda familiar en Las Canteras, ella y Claudio organizaban pequeñas representaciones teatrales en la más pura tradición familiar. Los jóvenes tomaron el relevo con entusiasmo, en lo que se dio en llamar el Teatro Mínimo. Gasolina para sus aspiraciones de ver mundo y hacer crecer sus capacidades creativas. Claudio y ella se instalaron en Madrid para completar sus estudios. Los de Josefina, como cantante y actriz.

En lo sucesivo, su vida se convirtió en la emocionante aventura de una mujer indómita. Conoció e integró la decisiva Generación del 27 de las letras españolas, siendo una de las luego denominadas Sinsombrero, de esas que se atrevían quitarse el tocado cuando paseaban por la Puerta del Sol. Verdaderas pioneras en la notoriedad de la mujer en la primera fila del escaparate cultural. Publicó su primer título en ese mismo año, el poemario Versos y estampas, prologado por Pedro Salinas. En ese círculo escogido de firmas inmortales entró después de acompañar a su hermano a recoger el Premio Nacional de Literatura en Madrid. La calidad de su propia obra le valió el reconocimiento de sus contemporáneos, y la inclusión en la Antología de la Poesía Española (Contemporáneos) de Gerardo Diego (1934).

En los años treinta ejerció de actriz de doblaje en Francia. En París coincidió con su amigo Luis Buñuel. Una vez más estaba Claudio a su alrededor, adaptando guiones. Josefina fue, entre otras cosas, la voz en pantalla de la epatante Marlene Dietrich antes de regresar a Madrid para despuntar como cantante y actriz. Llegó a ser solista de la Orquesta Sinfónica de Madrid, cosechando por el camino numerosos éxitos en varios de los principales escenarios de la geografía nacional.

En los años turbios de la Guerra Civil regresó a la capital grancanaria, su hogar. Firmó sus primabas novelas bajo el pseudónimo de Laura de Cominges. Tras la guerra regresó a Madrid para consolidarse como actriz de prestigio. O contribuir de manera notoria en el impulso de la revista cinematográfica Primer Plano (como ayudante de dirección, guionista y columnista), ocupando en un par de ocasiones su portada. También destacó en sus primeros papeles protagonistas en el cine en las películas Primer amor, La blanca paloma o Misterio en la marisma dirigidas por su hermano Claudio. Destacó en un puñado de filmes, siendo su último trabajo el que realizó en La vida en un hilo, escrita y dirigida por Edgar Neville.

 

En los años cuarenta continuó su periplo como estrella de las tablas, llegando a ser primera actriz de la compañía del Teatro María Guerrero. Protagonizó varias radionovelas, integró el grupo de actores del Teatro invisible, de Radio Nacional de España. Y fundó al fin su propia compañía, en 1946, sin dejar de trabajar en otras.

Comedida como poetisa durante el largo periodo franquista, Josefina continuó siendo actriz hasta que firmó un último papel en la serie Anillos de oro (1983), de Televisión Española. A su fallecimiento, en el año 2002 en Madrid, la Academia Española de las Artes y las Ciencias Cinematográficas le rindió homenaje en esa Gala de los Premios Goya. Para la posteridad quedan sus versos, su producción literaria, su voz y la calidad de su interpretación. Recomendable siempre serán los dos volúmenes de su Poesía completa (2020). En el mismo año de su publicación se celebró el Día de las Letras Canarias en su honor.

 

Y la raíz de fuego insobornable

que crece en mi interior, aún no saciada,

conmoverá la cárcel indomable

con su llanto de ruina abandonada.

 

Josefina de la Torre